Los domingos me los paso enzarzada en algunos proyectos que llevar a cabo durante la semana y entre búsquedas e historias me encuentro con estas preciosas palabras:
En fracción de segundos esta idea se clava en mi pupila y se aleja cantando hacia el interior de la cueva. El eco en mi cabeza lo absorbe todo y sale disparado a través de la punta de mis dedos que hablan acariciando estas teclas y desvelando un nombre: Seth Godin.
Transcribo aquí, un maravilloso resumen del libro ¿Eres imprescindible? de Seth Godin, un arquitecto y artista del marketing que desde hoy voy a admirar un ‘muchito’ más.
«Necesitamos a gente con ideas originales, a provocadores y a gente implicada. Necesitamos profesionales de marketing capaces de liderar, a vendedores capaces de arriesgarse al contacto humano, a apasionados del cambio dispuestos a ser rechazados si es preciso para defender sus ideas.
Toda organización necesita a personas que jueguen el papel de ejes, capaces de hacer cuadrar las cosas y de darles un nuevo rumbo. Aunque haya organizaciones que todavía no se han dado cuenta, lo que se necesita ahora son artistas.»
«Lo que deberían enseñar en el colegio. Solo se deberían enseñar dos cosas:
- A resolver problemas interesantes. Responder a preguntas como “¿Cuándo ocurrió la guerra de 1812?” es una habilidad inútil en un mundo en que siempre tenemos la Wikipedia a mano. Resulta mucho más útil saber responder a las preguntas para las que Google no sirve de nada como “¿Qué debo hacer a continuación?”.
- A liderar. Los colegios pueden enseñar liderazgo con la misma facilidad con la que enseñan a conformarse. Nos pueden enseñar a ser socialmente listos, a estar abiertos al contacto, a entender los elementos que constituyen una tribu».
«El don del trabajo emocional. Cuando hacemos un esfuerzo emocional, salimos ganando. El acto de sonreír a alguien, de conectar con otro ser humano, de tomar la iniciativa, de resultar sorprendente, de ser creativo, de hacer el número, etc., son cosas que hacemos gratis toda la vida. Pero luego llegamos al trabajo y esperamos hacer únicamente lo que nos piden y que nos paguen a cambio. […]
Primero, el acto de dar es, en sí mismo, una recompensa. Y, segundo, nos beneficiamos de la respuesta de nuestro entorno: cuando desarrollamos el hábito de aportar este don, nuestros compañeros de trabajo se vuelven más abiertos, nuestros jefes más flexibles y nuestros clientes más fieles.»
«
Los mejores artistas ven el mundo con mayor claridad que la mayoría de nosotros. Tienen
prajna, un sentido de lo que realmente es, no tan solo su punto de vista. Esta
visión honesta les permite ver el futuro más allá del horizonte nuboso.
Cualquiera que elija superar la resistencia y tenga la perspicacia de trazar el mapa correcto puede convertirse en un eje de éxito.»