Cambio y corto

Se me leía en los ojos lo que quería decir.

Aunque, estoy de acuerdo, se leía mal pues soy miope.

Pensaba yo que tras aquella conversación tan sincera no habría que ocultar sentimientos, ni miedos, ni ninguna amalgama de palabras malsonantes.

Y aunque te dolió, me entendiste, como siempre, lloraste y te secaste los mocos tiernamente con un pañuelo mentolado.

Me fui feliz a casa por primera en años vez atravesando puertas y paredes cual espectro burlón, pero al entrar en la sala y contemplar mi incorpórea silueta en el espejo percibí, que bajo las costillas, había un hueco en lugar de un corazón.

fotografía de una pantano con niebla y un árbol

Después de ti

Como predijisteis ocurrió.

Sentí el estómago ardiendo, se me encendieron las mejillas y te quedaste en silencio entre mis brazos. Pensé que sería mejor dejar de respirar para que esto no pudiese quedarte pequeño.

Te fuiste con unos céntimos en las manos y esos besos prestados en los bolsillos sabiendo que las miradas no regresaban al lugar de donde habían salido.

– ¿Y ahora qué hago?

despedidas en estación de tren blanco y negro

– Ahora, amiga, ahora tienes que vivir.

Que tengas suerte

Si me dices adiós, quiero que el día sea limpio y claro,

que ningún pájaro rompa la armonía de su canto.

Que tengas suerte y que encuentres lo que te ha faltado en mi.

Si me dices «te quiero», que el sol haga el día mucho más largo,

y así, robar tiempo al tiempo de un reloj parado.

Que tengamos suerte, que encontremos todo lo que nos faltó ayer[…]

Si vienes conmigo, no pidas un camino llano,

ni estrellas de plata, ni un mañana lleno de promesas,

solo un poco de suerte, y que la vida nos dé un camino

bien largo.

-Que tinguem sort (Lluís Llach)-